Llegaste a la Ebro hace el
tiempo suficiente como para llevarte contigo más de la mitad de la historia de la empresa. Toda una
vida.
Ya sabes que jubilación
viene de júbilo. Ahora te pre-jubilas, así que deberías estar pre-contenta,
pero ya sabemos que estás más que contenta, vamos, que se te ven las pajarillas.
Y bien que lo mereces y nos alegramos contigo.
En todo este tiempo de vida
laboral naturalmente ha habido de todo, momentos buenos y momentos duros. Aunque
es un día para celebrar y estar alegres, creo que es justo y que será de tu
agrado empezar haciendo un homenaje y recordando a aquellos con quienes
convivimos tanto tiempo y que ya nos dejaron.
Pepe Navarrete: sus frases
preferidas, “te caiga la pringue chorreando en las orejas” y “quien a buen
árbol se arrima, pierde pan y pierde perro”.
El Capi: un final realmente triste.
Fue casi como si se nos hubiera ido un hijo.
Joaquín Casaus: tan
impetuoso y alocado como servicial y dispuesto. Cuánto trabajó y disfrutó en la
organización de la fiesta de Reyes.
José Luis Magariños: creo que se fue sin saber que les gustaba a todas.
Alejandro Varela: el Robert Redford de la Ebro. Un personaje
irrepetible.
Rafael López, el Caja. “No
home, no, que me voy a caer”. De boquilla, cuando cada Navidad lo subíamos a la caja. Y en una ocasión hasta
lo tiramos al patio. Cuando iba con el tiempo justo para llegar a los bancos:
-Antonio, hijo, dame ánimo. –Entra en el archivo que está el agua de fuego. Y
se pegaba un lingotazo de coñac y salía pitando. Como no había alcoholímetros…
Don Cristóbal. Enorme conmoción
en la empresa.
Y el más llorado por
próximo: en la empresa era Antonio; Pepe en la peña y Curro el del RACA en el
resto del mundo.
Todos permanecerán siempre en
nuestro recuerdo.
Pero la vida sigue y podemos
recordar a estos y otros compañeros en momentos divertidos…
Manolo Verdugo: ¿Cuántas
veces te hizo llorar de risa con las historias de su mili? Pero llorar de
verdad. No tenía nada que envidiarle a Paco Gandía.
Mari Carmen la Polera: el
despiste sobre dos piernas. Se pasó toda una mañana con una etiqueta así de
grande pegada en la frente sin darse cuenta y se paseó por toda la empresa. Me ha dicho
Estepa “Mari Carmen, qué guapa vienes hoy” y yo le he dicho “Ay, Estepa, los ojos con que
usted me mira”.
El día que fuimos a comer a la
pizzería y reímos literalmente a reventar, tanto que hubo varias que sufrieron
cortes de digestión: María Luisa, Mari Carmen, La Inchausti, tú…
La Chica: el optimismo
personificado.
Alicia: como un cencerro.
Cati y su Meji. Pobrecita,
el susto que le di con el ratón de imitación que trajo el Porro. Todavía me
arrepiento.
Antonio Cristelli, que
estuvo mucho tiempo en Siberia y terminó sustituyendo al López en la Caja. Y le tocó la peor parte
el día del atraco.
Su padre, el doctor
Cristelli. Qué tiempos aquellos en que teníamos hasta médico de empresa. Era
muy útil; si te ocurría algo, te decía “esto sería conveniente que te lo viera
un médico”.
El Trompa, cuñado de Antonio:
“¿qué pasa, tierno?”.
Pariente, alias el Petete,
alias el Páginas Amarillas. Lo que no sabía se lo inventaba. El día que comimos
y, sobre todo, bebimos en los Muleros bajó del Aljarafe a toda mecha y los
demás detrás de él a ver cómo se la pegaba, pero nada, ya nos avisó de que estaba
acostumbrado. Como no había alcoholímetros… O el día que se hizo el listo
delante de la Machuca y cruzó con el Simca 1200 campo a través lo que es hoy la
Ronda del Tamarguillo a la altura de Los Arcos para saltarse el atasco de la
carreterucha que había, con tan mala suerte que en una alcantarilla tapada por
matojos se dejó el cárter. La Machuca le vaciló saludándolo como la Reina
mientras pasaba.
Pepe Miranda, que nunca olvidaba tu cumpleaños y que nos vendió
siempre el cupón menos el que tocó. Anda que me salió barata la navaja de
veinte duros que me vendió ese mismo día en lugar de darme el cupón que resultó
premiado. A María Luisa se lo ofreció y no quiso. Está visto que la suerte nos
persigue pero nosotros somos más rápidos.
Dámaso: pataditas para los
lados. Tú sabes.
El Lengua palo. Vaya
conversación entre él y Carlos Márquez. Para contratar el servicio de
traductores del Senado.
La Locatiwiski: la guerra
que dio esa criatura para el poco tiempo que estuvo.
La Lola.
Juan Carlos se andaba con cuidado porque el fontanero tenía una
mano para tres brazos.
José Domingo: hablaba y
hablaba ante la desesperación de Juan Carlos, al que tenía amargado porque no
le daba entrada. Seguro que la gaviota del PP de Huelva se toma todos los días
un dolalgial.
Dionisio Amador: tan buena
gente como bruto. - Dioni, ¿cómo están tus niñas? -Mu bien, mu mocitas. -Hijo,
a ver si nos traes una foto que las veamos. -Es que ahora tengo el coche estropeao
y me vengo en el Landa; pero descuida, que cuando me lo arreglen os la traigo pa
que las veáis. ¿? Y se presentó con dos fotos enormes del salón de su casa una
en cada mano sujeta por el cáncamo.
El departamento Daktari con
Alejandro y Paulino.
La Litrona: entre los dos no
podíamos con su cesta de Navidad y todavía nos metía prisa. A ver a santo de
qué se la llevamos.
Como diría Manolito Verdugo: vamos, yo es que no lo comprendo,.,
a hm hm hm.
El día que cayó Paulino por
el hueco del descanso de la escalera cuando se hizo a un lado para dejar pasar
a Don Carlos. La Machuca lamentando que había roto una maceta. La Litrona
diciendo que del golpe hasta se le había extraviado la vista. ¡A Paulino!
Alejandro, que cuando escuchó el ruido pensó que se le había caído el bastón a
Don Carlos. Antonio, que eso le había pasado por pelota. Del pobre Paulino
nadie se compadeció y todo el mundo se carcajeó.
Manolito Fufurufu, vendedor
de usados. Aparecieron los teléfonos inalámbricos (el móvil no existía). Entro
un día en el baño y estaba cerrada la puerta de uno de los váteres. Suena el
teléfono y le escucho “Dígame. Sí, hombre, sí, no te preocupes, que lo primero
que salga es pa ti”.
Por supuesto, Carmen
Córdoba, “Domínguez, el día que te la ponga yo a ti floja se te van a caer
hasta las lentillas”. Tú sabrás dónde andan las frases que fuimos apuntando en
aquellos tiempos.
La inspección
Hubo otras, no muchas, a
Dios gracias, pero aquí me voy a referir a la del ochenta y tantos, a la del viejo,
el jefe de Espárrago, ¿te acuerdas?, que no hacía más que pedir papeles y decir
que a él lo que le gustaban eran los BMWs. Nos hizo sudar tinta, pero se
aguantó lo indecible, incluido Régulo Cuenca. Antonio le hizo una faena
memorable de capote y muleta y el viejo se quedó con las ganas.
Las auditorías
Entra José María en
Contabilidad para presentar a los auditores. Antonio los saluda y se ofrece
para que cuenten con lo que haga falta, “pero, vamos, que no déis mucho la
lata, que os mando al carajo”. José María se quedó pálido. Los auditores no
sabían cómo se tenían que tomar aquello. Y Antonio, que tenía salidas para
todo, “es broma, pedid lo que necesitéis”, se relajan los auditores y a
continuación, “pero que tenemos mucho trabajo y como se pongáis pesaos os mando
al carajo”. Creo que se quedaron trastornaos para la primera semana. Después de
aquello, fueran los auditores los mismos u otros, cada año eran recibidos con
la misma amenaza de mandarlos al carajo.
Las crisis
Sobre todo dos: la del 93 en
que lamentablemente salieron tantos compañeros. Cuántos capotazos y con qué
arte se los dabas a los proveedores, que se iban sin cobrar esa semana pero
contentos. Y esta en que estamos ahora, que no se acaba nunca, que ya no es
crisis sino mala leche. Tú, en tu merecido descanso y los demás aquí, a todos
nos toca seguir peleando a ver cómo terminamos con ella.
Y en medio de todo esto es
admirable que seas una trabajadora europea como hay muy pocos: siempre has sido
puntual en la entrada y salida del trabajo, has disfrutado de todas tus vacaciones,
pero eso sí, has trabajado incansablemente, responsable, aprovechando el tiempo
y sin escaqueo.
Creo que eso tan raro de “conciliación
de la vida laboral y familiar” lo has practicado siempre de la forma más
natural. Enhorabuena. La mayoría, empezando por mí, ya podríamos aprender.
Tan europea que tu canción
favorita, “Mis manos en tu cintura”, era del italo-belga Salvatore Adamo. ¿O me
equivoco? Ya sé que no.
Y hasta te vas a jubilar
como una europea. Qué envidia. Los demás a este paso es posible que lo hagamos
como subsaharianos.
¿Ves cómo están de
rejuvenecidos Alfredo y Cristelli? Bueno, Alfredo siempre ha estado nuevo de
estreno. Pues lo mismo te deseamos a ti, pero en bonito.
Como no te jubilas del todo,
te diré parafraseando la canción:
Estás que te vas y te vas y
te vas y no te has ido
Y aquí nos tienes a todos con
los recuerdos y nuestro cariño.
Ven a vernos, porque ya ves
que se te quiere.