El verbo fácil, sobrado,
y la sonrisa radiante,
que exigen bicarbonato,
realmente estomagantes.
Las encuestas le auguran
más que holgada victoria;
goza tanto que deslumbra,
se ve tocando la gloria.
El presidente, cual gañán.
El candidato pasea.
Cómo cavila Griñán.
Cómo disfruta Arenas.
Los albores del recuento
vaticinan mal presagio;
que se le escapa está viendo,
de otras contiendas, un calco.
Seguro de su infantería
y de otros votos prestados,
erró por altanería
creyéndolos amarrados.
Ya asoma al balcón
de la calle San Fernando
seguido de tanto barón,
rodeado de sus rancios.
Les lanza débil arenga
a los cuatro congregados,
que no hay quien lo mantenga
con tan parcos resultados.
Como César ha obviado
que venía tal varapalo
y sucumbió de la mano
de aquellos... idos de Marzo.
2 comentarios:
In-su-pe-ra-ble.
Y entre los rancios, una, de las de más rancio abolengo, de inmerecido nombre Fátima, ministra ella, daba botecitos de euforia en el susodicho balcón, mientras que los cuatro congregados gritaban: "¡Presidente!, ¡Presidente!, ¡Presidente!".
Aparte, todos ganaron. El PP ganó, el PSOE ganó, IU ganó... ¡coño! aquí nada más que pierde el Betis, cagonsusmulas.
A ver si la próxima no se hace de rogar tanto.
Para que tú veas como el manquepierda lo transmina todo.
Publicar un comentario