martes, 31 de mayo de 2011

Romance de don Zoido

Veintidós era de Mayo
con viento y calor en calma
cuando don Zoido vencía
a ese tal Juan Espadas.

En el balcón puesto en pie
ya saluda a sus mesnadas,
que celebre le conminan
saltando como una rana.

Y que Sevilla ha elegido
un alcaide palangana
que más que ilusión transmite
una infinita desgana.

Las farolas quiere cambiar
y los bancos de las plazas,
que gusta más los de ayer
que esos otros del mañana.

Más rancio que el huevo hilado (*)
o que el abono en Campana, (*)
don Zoido promete juego
al despuntar la mañana.

El rancio abolengo llega,
en Plaza Nueva se instala,
en la procesión del Corpus
don Rancio irá con su vara.

Vanse unos, lléganse otros,
cada cual con su tabarra
y Sevilla vieja y sabia
se ríe de estos miarmas.

Mientras, la indignación,
en las setas acampada.


(*) Perlas cultivadas de Paco Gandía.
Fuente: http://canalrancioblog.blogspot.com/2006/02/eres-ms-rancio-que.html

Romance de don Alfredo

Con dios vaya don Alfredo,
doce años de alcaldía,
muchas obras deja hechas
aunque alguna más debía.

Deja calles y carriles
a peatones y ciclistas,
Alameda y viviendas
y sello de progresía.

Deja parques y jardines,
deja metro y tranvía,
que hayan costado un pico
tiene poca pasantía.

Mucho mejoró Sevilla
y está en melancolía
que no sabe ni entiende
que el pueblo le tenga manía.

Porfió contra corriente
e hízolo con osadía,
que a cabeza no le gana
ni un paquete de puntillas.

Bético de tapadillo,
está en dicotomía:
frecuenta Casa del Pueblo
y las de la clerecía.

El futuro lo encomienda
a lo que el partido diga,
que hoy ya no es excelencia,
pronto será señoría.

Para visitar las setas
aún no tuvo valentía.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Noventa y cinco por ciento

Me cuenta mi hijo la historia de un uruguayo al que conoce que fue guerrillero en América latina desde los 14 hasta los 30 años. Él mismo relata cómo abandonó la guerrilla porque a esa edad de 30 años tuvo una revelación: se dio cuenta de que el 95% de las personas necesitan creer y necesitan ser dirigidos, por tanto pensó que era inútil combatir contra esa realidad e inmediata y tranquilamente le comunicó a su mando “me voy”. Hoy es un empresario afincado en Europa.

Esta historia me ha dado mucho que pensar y he llegado a la conclusión de que realmente en todos los órdenes de la vida, para lo bueno o para lo malo, para el vicio o para la virtud, el 95% de las personas actúan de la misma forma, aunque sólo se manifiesta, por una parte, en cuestiones trascendentales: fe, libertad…, y, por otra, en situaciones límite, permaneciendo ante estas últimas larvadas ignorando cual sería su reacción mientras no se produce la situación que obligue a actuar. Mientras no somos fuertemente seducidos por asuntos trascendentes o no somos puestos a prueba por la responsabilidad, el compromiso, el riesgo, el esfuerzo, la honradez… el 95% de las personas constituye una plácida marea realizando tibias aproximaciones o alejamientos, según cada cual, y el resto, el 5%, el que toma partido de forma decidida en una u otra dirección. Es decir, que en tanto en cuanto nos movemos al amparo de la rutina o mantenemos discusiones de salón, la sociedad parece extraordinariamente diversa con multitud de opiniones sobre las que se pueden esgrimir los argumentos más brillantes; en cambio, cuando somos puestos en la picota de tomar decisiones que nos afecten de forma importante, desaparecen argumentos y matices y el 95% va a actuar de la misma manera.

Veamos algunos ejemplos.

La fe. El 95%, como decía el guerrillero, necesita creer, aunque según aprieten o no las condiciones de vida la fe será más fuerte o más laxa. Ante catástrofes naturales como terremotos, inundaciones, etc. o provocadas por el hombre como las guerras, el 95% de las personas se agarran desesperadamente a la fe; incluso paradójicamente el haber perdido trágicamente a sus seres queridos les refuerza la fe. -Como el del chiste que me contaba ayer mismo un amigo: me caí a un río de aguas bravas, conseguí agarrarme a una rama y con mucho esfuerzo pude salir; le contesta el otro: menos mal, gracias a Dios; y responde el primero: gracias a la rama, que a Dios ya se le vieron las intenciones.- Desde luego las jerarquías religiosas saben cómo utilizar este sentimiento para acrecentar su influencia y hasta aprovechan para culpar a las víctimas: “el terremoto ha sido un castigo del Señor”; incomprensiblemente las víctimas asumen “su culpabilidad” y nadie replica a semejantes buitres. Por contraste resulta curioso observar algunas encuestas publicadas y que en todo caso podemos constatar por nosotros mismos hablando con nuestros amigos y conocidos cómo hay católicos, por ejemplo, que no creen incluso que Dios exista. Pero se declaran católicos sin dudarlo. ¿Cómo no casarse por la iglesia o no bautizar a los niños sin que se les muevan los cimientos sociales? Estoy convencido de que no todos los cardenales y obispos creen en Dios, que tienen lo suyo estudiado, viajado y vivido, aunque no todos, que también los hay cenutrios irredentos y, si no, que pregunten por Granada, un poner. Sospecho incluso de que es la mayoría la que no cree, aunque nunca lo podrían declarar. Me queda la duda del papa, que ése sabe más que Briján. Otros no creen en la vida eterna que promete el cristianismo; es más, a los que creen en ella, si se les pregunta por la posibilidad de que con los avances tecnológicos se pudiera prolongar la vida con una muy buena calidad a cinco mil años, por ejemplo, es habitual que tampoco les guste la idea porque les parece mucho tiempo, en cambio no se plantean lo mismo ante el concepto de eternidad que es “para siempre”. O sea, que realmente hay quien no sabe lo que quiere y un gaditano le diría aquello de: “aclárate, pisha”.

La libertad. Como también decía el guerrillero, el 95% de las personas no desean usar su libertad, prefieren que otros las dirijan y decidan por ellas. Esto explica, por ejemplo, los pocos empresarios y autónomos que hay en comparación con la población laboral asalariada. Es curioso cómo muchos asalariados trabajan mucho más duro que su empresario, pero no están dispuestos a dejar de ser asalariados y lanzarse a ser empresarios o autónomos porque lo ven como un riesgo excesivo por más que la crisis actual les haya puesto delante de los ojos que es mucho mayor el riesgo de depender de las decisiones de otros. Recuerdo una anécdota de un suceso que ocurrió en una fábrica de productos químicos en la que trabajé; hubo un escape de gas y la gente echó a correr alejándose, pero de pronto vieron a un jefe que corría en dirección contraria, hacia el lugar del escape; se dieron la vuelta y echaron a correr tras él porque pensaron que él sabía lo que había que hacer; el jefe los paró y les gritó que se fueran ¡que él iba a cerrar una válvula! En el caso de los autónomos, ¿cuántos hay que se han visto obligados a montarse por su cuenta por no haber encontrado trabajo como asalariados? Y ha sido una suerte porque viven, trabajan y ganan como no lo harían como asalariados.

Responsabilidad. Es significativo lo común que resulta oír a un jefe la expresión “yo no me hago responsable de…” ¡en asuntos que son claramente de su responsabilidad! ¿Qué otra cosa significa ser jefe sino asumir responsabilidades precisamente? Y si no, que ni aparezca por el trabajo, que deje una foto para que se sepa quien es y listo. A la mayoría no le gusta tomar decisiones, prefieren que otros las tomen por ellos y de ahí que aparezcan líderes con una facilidad pasmosa y se den dos tipos: el muy minoritario líder auténtico, que es el que tiene cualidades y asume la responsabilidad y el más común líder estafa, que no es sino un truhán o un inconsciente, un listillo que ante la falta de competencia aprovecha para medrar, pero no olvidemos que es la indolencia o la falta de atrevimiento de los demás las generadoras de este tipo de líderes.

Compromiso. ¿Alinearse con una causa justa a contra corriente de la mayoría o de la opinión o decisión de tu superior? A ver dónde están los guapos, que parece que se escurren hasta por los husillos. Uno de cada cien y gracias. Sobre todo en situaciones límites como, por ejemplo, en la actual crisis. Que ya se sabe que el miedo es libre.

Riesgo. Si ya lo dice el refrán, que preferimos lo malo conocido a lo bueno por conocer. Y así nos va. Cuánto talento desperdiciado. ¿Quién no conoce casos de personas con cualidades magníficas de dibujante o pintor o escultor o músico, etc., y que en lugar de dedicarse a esas actividades han decidido estudiar Derecho o Empresariales? La pregunta resulta más ilustrativa si la formulamos al contrario, ¿quién conoce a personas con grandes cualidades de dibujante, pintor, escultor… que hayan decidido dedicarse por completo a ello? ¿Que conoces a uno? Bien, enhorabuena, pero ya sabes que al menos hay noventa y nueve que han decidido lo contrario.

Esfuerzo. Hombre, es que cuesta trabajo. Ya… de eso se trata. Cuando algo requiere un esfuerzo adicional al normal, por pequeño que sea, qué variedad de métodos de escapismo a lo Gudini se desarrollan a velocidad de vértigo para desaparecer de la escena. Aquí es fácil que se alteren los porcentajes, ya que pueden quedar dos tipos de pringaos: el responsable y el torpe que no ha sabido escapar y no ha tenido redaños para hacerlo descaradamente.

Honradez. “Rectitud de ánimo, integridad en el obrar”, según la Real Academia de la Lengua. ¿Cuántos acostumbran a no aceptar lo que creen inmerecido, ya sea material o inmaterial como por ejemplo un halago? ¿Cuántos en un acto de masa son reflexivos y críticos con las acciones de la mayoría prácticamente unánime? Comentaban unos periodistas radiofónicos hace unos días la noticia de un aficionado de fútbol que ataviado con la camiseta de su equipo fue agredido cuando se presentó en la celebración de unas treinta mil personas del equipo rival; todos coincidían unánimemente en criticarlo porque era prácticamente un acto ¡SUICIDA! y ¡no criticaban a los agresores! Sí, ya sabemos que los periodistas deportivos dan de sí lo que dan, pero hombre… Claro, que también podría ocurrir que la honradez y las demás virtudes requieran un mínimo de inteligencia y ahí pocos milagros pueden hacerse, que como dice el refrán, lo que no dan los campos no lo han los santos.

Creo que en términos estadísticos el comentado 95% tiene un margen de error del +5%. Vamos, que me atrevo a corregir al guerrillero: noventa y nueve por ciento de acomodaticios y un uno por ciento, como mucho, de íntegros.

En la decisión de cada cual está el pertenecer al elenco de las personas respetables o engrosar las filas de la chusma.

Una última consideración: el que practica a diario y con todas sus consecuencias, creyente o no, la libertad, la responsabilidad, el compromiso, el esfuerzo, la honradez y está siempre dispuesto a asumir el riesgo pertenece al uno por ¿mil? y entra dentro de otra categoría superior: la de héroes, conocidos o anónimos. Y hay tan pocos...

miércoles, 11 de mayo de 2011

ONG

Las actuales ONG’s suponen la constatación de la dejación de funciones de los Estados tal cual están concebidos a día de hoy.

No hay un control efectivo sobre ellas y han sido numerosos los escándalos financieros y de corrupción en organizaciones muy destacadas.

“Exigen” y consiguen una asignación económica del Estado: un sinsentido porque son Organizaciones No Gubernamentales, por tanto deberían financiarse con donaciones directas de los voluntarios que deseen aportarlas.

No sirven en muchas ocasiones para los fines que se proponen, muy loables por otra parte: los donativos no llegan a los necesitados, sino que se los apropian los que oprimen y explotan a los necesitados y causan su miseria. Es práctica generalizada en los países del tercer mundo, siendo particularmente contraproducentes las ayudas en las zonas de guerra, ya que las donaciones son desviadas para satisfacer a los combatientes, con lo cual en realidad y pese a la mejor voluntad lo que se consigue es alimentar al monstruo, aunque, eso sí, el donante logra tranquilizar su conciencia.

Algunas de estas organizaciones recurren a sensibilizar a la población mediante subterfugios: las campañas de apadrinar un niño, por ejemplo, donde se hace creer a la gente que están haciendo la donación para un niño concreto del que incluso le muestran una foto; lógicamente esa ayuda irá, en el mejor de los casos, para la comunidad a la que pertenece el niño, pero no exclusivamente para él, lo que sería además una aberración por ser tremendamente injusto para los demás niños. O esas otras que intentan de forma inmoral provocar en el ciudadano honrado un sentimiento de culpabilidad por las desgracias que sufren los más desfavorecidos.

Por otra parte, las donaciones se hacen a veces no en función de las necesidades reales de los destinatarios, sino de la admiración que causan quienes los atienden; conozco un caso en que a una mujer se le privilegia con donaciones por ser ella una persona admirable, no porque las personas a las que atiende en su casa, expresidiarios y drogadictos a los que ni conoce la ONG, tengan más o menos necesidad que otras.

La ONG realmente eficaz sería aquella que movilizara a la mayoría de la población para exigir a los gobiernos que gobiernen nacional e internacionalmente, por tanto, que luchen con todas las armas legales para erradicar las guerras, las torturas, las dictaduras, el esclavismo, los hacinamientos, la miseria, el analfabetismo…, en definitiva, que hagan cumplir la Declaración Universal de los Derechos Humanos dentro y fuera de las fronteras de cada Estado. Además debería exigir a los gobiernos que trabajen sin descanso en promover la justa distribución de la riqueza y el Estado del Bienestar, en lugar de reducirlo aprovechando las crisis económicas provocadas por los poderes financieros y la incompetencia de los gobiernos para alegar falsas razones económicas: nunca se ha avanzado tanto tecnológicamente en todos los ámbitos de la ciencia ni se ha producido tanto por cada persona que trabaja, por tanto es una falacia que no pueda y deba no ya mantenerse el Estado de Bienestar conseguido, sino avanzar decididamente en el mismo en aras a facilitar la vida de los ciudadanos. Una ONG de estas características no necesita ser un intermediario de bienes materiales ni económicos entre los donantes y los receptores, ya sean estos últimos los necesitados o los saqueadores; por tanto, al no manejar bienes materiales ni económicos significativos -coste del personal de la organización y coste de campañas de acción y difusión, esta última además cada vez más económica gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación- disminuye drásticamente el riesgo de corrupción de parte de sus miembros.

Hay varias organizaciones internacionales con algunas o muchas de estas características (Avaaz, Amnistía Internacional, Green Peace, Ecologistas en Acción…), pero deberían coaligarse y formar una potente y rigurosa organización ciudadana de ámbito mundial dirigida por personas de prestigio, no famosotes, sometida a rigurosos controles y auditorías, que persiga los objetivos de todas ellas con mucho más peso que el que tiene hoy en día cada una por separado y, por tanto, con menos voluntarismo y más posibilidades de alcanzar los logros pretendidos. En definitiva una organización no gubernamental que sirva para controlar y hacer cumplir sus obligaciones a los gobiernos.

Consigamos la realización de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y no hará falta la famosa donación del 0,7%, bastará con erradicar la corrupción de los poderes públicos y que se les proporcionen a los pueblos educación, igualdad de oportunidades, desarrollo y todo ello con créditos razonables a devolver.

viernes, 6 de mayo de 2011

Usos, costumbres, muletillas y tontunas varias del idioma

Vaya por delante que el idioma, hablado, recitado o cantado, es la comunicación por excelencia y su evolución y los cambios en su uso son obligados por necesarios, lógicos y convenientes y no sólo para expresar conceptos, actividades u objetos nuevos, sino también para denominar otros de forma más precisa o contundente o suave o solemne o de forma distinta… o simplemente divertida. El gaditano “liquindoi” (atento, al loro), expresión españolizada del inglés –influencias de Gibraltar y Rota- “look and do it” (“mira y hazlo”, atribuido a los mandos) o “looking doing” (“mirando”, de los vigilantes), según versiones, es un claro ejemplo de evolución simpática y enriquecedora de la lengua vía adopción foránea, por más que aún la Real Academia no haya dicho esta boca es mía respecto a esta palabra. Pero eso es una cosa y otras muy distintas son la tontuna, la chabacanería, el esnobismo, el largar lo primero, regular, malo o desastroso, que se nos pase por las mientes o simplemente el tirar las palabras a ver cómo caen; y lo nefasto es cuando consiguen instalarse y extenderse cual mancha de aceite pringándonos a todos, que suelen ser modas pasajeras, pero el tránsito en ocasiones puede durar décadas.

He aquí una muestra abominable de usos a extinguir para la salud de las costumbres, la lengua y la nuestra propia. Omitiré, por imposibles, los genuinos futboleros: “pasito a paso”, “mi granito de arena”… y así, ad infinitum.

  • Cánticos sonrojantes de celebración de cumpleaños: entre la yanki “Cumpleaños feliz” y la payasa de la tele “Feliz, feliz en tu día, amiguito que Dios te bendiga…¡¡¡bieeen!!!” a cual más insoportable. ¿Y si dejamos de cantar una y otra o cantamos “la vaca lechera” o “la ovejita lucera”, un poner, no sería más llevadero? ¿Por qué ensañarse con el homenajeado como si no tuviera suficiente desgracia con cumplir un año más? Si yo hubiera nacido un 29 de febrero, juro que sólo celebraba cada cuatro años para reducir en un setenta y cinco por ciento el suplicio de semejante cancionero.
  • Brindis cantinflero: “Arribaaaa, abajooo, al centrooo y pa dentrooo”, que parece que sólo pueda acompasarse con bebidas de ínfima calidad. Para hacer un brindis al sol es preferible un “salud” o el torero “va por ustedes” o por un motivo concreto cuando viene a cuento o practicar el “bebe y calla”.
  • Repetir una y otra vez hasta la extenuación el nombre de pila de la persona, técnica de marketing utilizada por todo tipo de vendedores, ya sea en persona o martilleando por teléfono, precedidos o no por el don/doña/señorita, dependiendo de la familiaridad o seriedad a transmitir, que suena más falso que un duro sevillano y que dan ganas de contestarles la primera vez que te preguntan por el nombre que te llamas Manuel Antonio Jerónimo Joaquín Alfonso Enrique del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María y no admites achiques (aunque todo el mundo te llame Lolo).
  • “Yo soy de los que pienso”. Ya puestos a usar el caletre, ¿por qué no decirlo bien, “yo soy de los que pensamos” o simplemente “yo pienso que” y con eso hablamos por nosotros mismos sin hacernos portavoces no autorizados de nadie más?
  • “Ayer ha venido”, gracias sean dadas al Altísimo que parece que se va extinguiendo, después de más de cuarenta años, lo que nunca debió nacer.
  • El billón americano. Hasta una de las grandes periodistas dijo en la boda del siglo de este año de Guillermo y Catalina en Inglaterra que la verían dos billones de personas. Vamos, que por mucho que aumenten la capacidad de producción demográfica de los chinos y la Commonwealth en pleno con los indios a la cabeza… Quizás si usáramos el término millardo nos ahorraríamos estos disparates… o no, que si nos empeñamos en tirar de traducciones ad pedem litterae, seguiremos siendo marmolillos en las artes matemáticas.
  • “Para nada”. Éste ha calado hasta los tuétanos y parece que ha llegado para quedarse; es una muletilla que los iniciadores comenzaron a usar permaneciendo al final con la boca abierta en una expresión repipi donde las haya, si bien ya hoy es tan habitual que los más prescinden de la mueca final. Sustituible por un simple “no” o “en absoluto” o “de ninguna manera”.
  • “Superbien” y casi todos los super lo que sea. Hoy por hoy, cursi-pijerío absoluto; más adelante, Dios dirá.
  • “Hay que dar un giro de trescientos sesenta grados”, que es lo que se conoce como una vuelta tonta. Se comprueba que matemáticas, geometría y ciencias en general no son lo nuestro, que ya lo dijo Unamuno: ”que inventen ellos”.
  • “El jugador disparó con su pierna”, será digno de verse el día que pueda hacerlo con la de otro.
  • “Venga”. muletilla que hemos adoptado de forma rápida y casi universal, fruto de lo mal que se nos dan las despedidas. “Adiós” nos resulta muy brusco y frío y normalmente la utilizamos en ocasiones en que no se prevé que contactemos pronto con la persona despedida, excepción hecha de que también sustituye al “hola” cuando nos cruzamos con algún conocido. “Hasta luego”, “hasta pronto”, “hasta ahora” son unos sustitutos magníficos. Es particularmente acertada la expresión “nos vemos” o “hablamos” de los jóvenes de hoy, que también tienen sus muchas cosas buenas. Me resulta divertida una de mi hija y sus amigas: “talué” (hasta luego).
Pues eso, hasta pronto.