viernes, 6 de mayo de 2011

Usos, costumbres, muletillas y tontunas varias del idioma

Vaya por delante que el idioma, hablado, recitado o cantado, es la comunicación por excelencia y su evolución y los cambios en su uso son obligados por necesarios, lógicos y convenientes y no sólo para expresar conceptos, actividades u objetos nuevos, sino también para denominar otros de forma más precisa o contundente o suave o solemne o de forma distinta… o simplemente divertida. El gaditano “liquindoi” (atento, al loro), expresión españolizada del inglés –influencias de Gibraltar y Rota- “look and do it” (“mira y hazlo”, atribuido a los mandos) o “looking doing” (“mirando”, de los vigilantes), según versiones, es un claro ejemplo de evolución simpática y enriquecedora de la lengua vía adopción foránea, por más que aún la Real Academia no haya dicho esta boca es mía respecto a esta palabra. Pero eso es una cosa y otras muy distintas son la tontuna, la chabacanería, el esnobismo, el largar lo primero, regular, malo o desastroso, que se nos pase por las mientes o simplemente el tirar las palabras a ver cómo caen; y lo nefasto es cuando consiguen instalarse y extenderse cual mancha de aceite pringándonos a todos, que suelen ser modas pasajeras, pero el tránsito en ocasiones puede durar décadas.

He aquí una muestra abominable de usos a extinguir para la salud de las costumbres, la lengua y la nuestra propia. Omitiré, por imposibles, los genuinos futboleros: “pasito a paso”, “mi granito de arena”… y así, ad infinitum.

  • Cánticos sonrojantes de celebración de cumpleaños: entre la yanki “Cumpleaños feliz” y la payasa de la tele “Feliz, feliz en tu día, amiguito que Dios te bendiga…¡¡¡bieeen!!!” a cual más insoportable. ¿Y si dejamos de cantar una y otra o cantamos “la vaca lechera” o “la ovejita lucera”, un poner, no sería más llevadero? ¿Por qué ensañarse con el homenajeado como si no tuviera suficiente desgracia con cumplir un año más? Si yo hubiera nacido un 29 de febrero, juro que sólo celebraba cada cuatro años para reducir en un setenta y cinco por ciento el suplicio de semejante cancionero.
  • Brindis cantinflero: “Arribaaaa, abajooo, al centrooo y pa dentrooo”, que parece que sólo pueda acompasarse con bebidas de ínfima calidad. Para hacer un brindis al sol es preferible un “salud” o el torero “va por ustedes” o por un motivo concreto cuando viene a cuento o practicar el “bebe y calla”.
  • Repetir una y otra vez hasta la extenuación el nombre de pila de la persona, técnica de marketing utilizada por todo tipo de vendedores, ya sea en persona o martilleando por teléfono, precedidos o no por el don/doña/señorita, dependiendo de la familiaridad o seriedad a transmitir, que suena más falso que un duro sevillano y que dan ganas de contestarles la primera vez que te preguntan por el nombre que te llamas Manuel Antonio Jerónimo Joaquín Alfonso Enrique del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María y no admites achiques (aunque todo el mundo te llame Lolo).
  • “Yo soy de los que pienso”. Ya puestos a usar el caletre, ¿por qué no decirlo bien, “yo soy de los que pensamos” o simplemente “yo pienso que” y con eso hablamos por nosotros mismos sin hacernos portavoces no autorizados de nadie más?
  • “Ayer ha venido”, gracias sean dadas al Altísimo que parece que se va extinguiendo, después de más de cuarenta años, lo que nunca debió nacer.
  • El billón americano. Hasta una de las grandes periodistas dijo en la boda del siglo de este año de Guillermo y Catalina en Inglaterra que la verían dos billones de personas. Vamos, que por mucho que aumenten la capacidad de producción demográfica de los chinos y la Commonwealth en pleno con los indios a la cabeza… Quizás si usáramos el término millardo nos ahorraríamos estos disparates… o no, que si nos empeñamos en tirar de traducciones ad pedem litterae, seguiremos siendo marmolillos en las artes matemáticas.
  • “Para nada”. Éste ha calado hasta los tuétanos y parece que ha llegado para quedarse; es una muletilla que los iniciadores comenzaron a usar permaneciendo al final con la boca abierta en una expresión repipi donde las haya, si bien ya hoy es tan habitual que los más prescinden de la mueca final. Sustituible por un simple “no” o “en absoluto” o “de ninguna manera”.
  • “Superbien” y casi todos los super lo que sea. Hoy por hoy, cursi-pijerío absoluto; más adelante, Dios dirá.
  • “Hay que dar un giro de trescientos sesenta grados”, que es lo que se conoce como una vuelta tonta. Se comprueba que matemáticas, geometría y ciencias en general no son lo nuestro, que ya lo dijo Unamuno: ”que inventen ellos”.
  • “El jugador disparó con su pierna”, será digno de verse el día que pueda hacerlo con la de otro.
  • “Venga”. muletilla que hemos adoptado de forma rápida y casi universal, fruto de lo mal que se nos dan las despedidas. “Adiós” nos resulta muy brusco y frío y normalmente la utilizamos en ocasiones en que no se prevé que contactemos pronto con la persona despedida, excepción hecha de que también sustituye al “hola” cuando nos cruzamos con algún conocido. “Hasta luego”, “hasta pronto”, “hasta ahora” son unos sustitutos magníficos. Es particularmente acertada la expresión “nos vemos” o “hablamos” de los jóvenes de hoy, que también tienen sus muchas cosas buenas. Me resulta divertida una de mi hija y sus amigas: “talué” (hasta luego).
Pues eso, hasta pronto.

No hay comentarios: