miércoles, 6 de abril de 2011

El prospecto


El prospecto de medicina tiene cualidades sobrenaturales. Es omnipresente: se abra por donde se abra la caja, siempre se hace por el lado del prospecto. Además es inmune a los cortes del cúter que el farmacéutico, que no osa rozarlo, ejecuta para separar el código de barras. Así mismo está a salvo de los usuarios de todos los estratos sociales: nadie pierde un prospecto ni se atreve a tirarlo antes de que se agote la medicina a la que acompaña y protege en la caja, incluso hay quien, agotado el medicamento, no se deshace de él hasta que tiene el nuevo que lo reemplaza.

Han existido otros misterios así mismo notables, como el del ya extinto tapón negro reutilizable de la bombona de butano: el repartidor jamás lo dejaba en la bombona que suministraba al usuario, si no lo tenía la vacía que retiraba. Y nadie podía comprar un tapón, así que cuando lo perdía era para siempre sin remisión, por lo que la mayoría de bombonas de los hogares estaban destaponadas y todas las del camión, llenas o vacías, perfectamente coronadas con sus tapones, que terminaron por tanto siendo usufructo privilegiado del proveedor y no de los clientes.

O como aún hoy continúa siéndolo el embalaje del electrodoméstico, ya sea lavadora, cocina, ordenador -portátil o sobremesa- o teléfono -fijo o móvil-. Que en el periodo de garantía destrozas consciente y salvajemente el aparato pero conservas el embalaje: no tendrás problema en que te lo sustituyan en caso necesario. Que tiene un defecto de fábrica evidente pero te deshiciste del embalaje: te lo repararán, si es posible, y si no... no lo hubieras tirado. ¿O para que se venden tantas viviendas con trastero, si no es precisamente para guardar cuidadosamente los embalajes de todos los electrodomésticos? ¿Que la tuya no lo tiene? Pues ya sabes que necesitas una habitación más, total ¿qué cuesta una habitacioncita de nada? Diríase que la tan cacareada tecnología punta no reside en el aparato, sino en el cartón y el porexpan del envoltorio.

Pero volviendo al prospecto, si no tengo conocimientos de medicina ni de química, ¿para qué lo necesito, si no entiendo absolutamente nada de la abundantísima terminología técnica que contiene? Y ahora con los medicamentos genéricos más complicado aún, porque todo el mundo sabe lo que es, pongamos por caso, un nolotil, así en minúscula, que le tenemos confianza, pero muy pocos conocen lo que es el metamizol. ¿Que es lo mismo? Ni hablar. Aunque la composición fuera idéntica en ambos, que desconozco si es o no el caso -y no por falta de prospecto precisamente-, la fe, la confianza o el efecto placebo añadido que todo paciente otorga al medicamento es muy diferente en uno y otro fármaco y, por ello, el nolotil surte efecto y el metamizol todavía está por demostrarlo. ¡Cómo va a ser la legendaria aspirina lo mismo que el ácido acetilsalicílico, que suena que en lugar de curar te va a hacer una pitera en el estómago! Que vale, que a lo mejor la aspirina también te la hace, pero no es lo mismo.

Los legos en la materia podríamos deshacernos de los prospectos y dejarían de incordiarnos cada vez que se nos cruzan en el camino de acceso, que es siempre, a la gragea, ampolla, frasco... ¡Podríamos!, pero yo no los tiro. Y hasta conservo embalajes con la garantía ya vencida. Por si acaso.

2 comentarios:

Cardenal Richelieu dijo...

Aparte de ser parada obligada para acceder al medicamento, una vez que lo has sacado y leído.....has conseguido alguna vez doblarlo y guardarlo en la misma posición en que salió del laboratorio??????....Yo ya lo dejé por imposible; ríete tú del tetris....
Deberíamos, nada más abir la caja, depositar el prospecto en la basura, y así vengarnos del chino que contratan para plegar el papelito de los "coones" y hacernos la vida imposible.....Además, como te lo leas.... te acojona tomártelo; al menos a mí.

Un abrazo. Ventura

Manuel Domínguez dijo...

Lo gracioso es que cuando abres la caja para coger el prospecto lo vuelves a hacer por el lado que no es y cuántas veces no hay que sacar todas las medicinas porque el joío se resiste. :)
Algo de chino sí que tiene, porque cuando lo empiezas a desplegar la primera forma que tiene es la de un abanico.